Hay varios aspectos de armonía y contraste que se recomienda considerar
cuando nos disponemos a degustar un surtido de quesos: consistencias,
aromas, temperaturas gustos. Los criterios aquí son variables y
dependen de las preferencias de cada uno. Los quesos suaves se
acompañan mejor con pan blanco. Los quesos más fuertes, como los
azules, se mezclan muy bien con panes con semillas y aquellos del tipo
integral. Respecto del vino no existe una norma y esto depende mucho
de los gustos personales.
Para comenzar con el rito es recomendable retirar los quesos del refrigerador
y quitarles el envoltorio al menos cuatro hora antes de su degustación, de manera
que completen el desarrollo de los aromas. La elección de la
presentación es importante: hay que usar bandejas de elementos
naturales como cerámica, mármol, vidrio o madera. Las bases metálicas
alteran los sabores.
Sugerimos degustar primero los quesos más suaves y terminar por los más
fuertes. Usualmente los quesos se disponen sobre la bandeja
ordenándolos desde el más suave al más fuerte, en el sentido de los punteros del reloj y decorados con
hojas de vegetales, frutos naturales, semillas, etc. Como el sabor de
un queso no es homogéneo se recomienda cortarlo desde el centro hacia
la orilla, de modo que quien lo degusta sienta toda la gama de sabores